martes, 23 de noviembre de 2010

Actividades determinantes y pronombres

Identifica los determinantes y pronombres que aparecen en estos tres textos, y señala en cada caso de qué tipo de determinante o pronombre se trata.


TEXTO 1.

      Antesdeayer estuvo lloviendo durante toda la mañana, tan gris y fría como la tripa de un sapo. Cuando comenzaba a aclarar, mi amigo Alberto y yo decidimos ponernos a coger caracoles. Estuvimos andando por espacio de dos horas, y en ese tiempo no dejamos un sólo minuto de llenar bolsas con los repugnantes bichos cornudos. Luego, nos sentamos en un banco de piedra muy acogedor. "Qué te ha parecido la caza?", me preguntó Alberto. Yo no estaba muy seguro de lo que debía responder, y le contesté: "vete a capar monas alemanas peludas".

      Mi amigo, molesto y sumamente desconcertado, se levantó del banco, me miró con una cara más avinagrada que la de un tiburón sidoso y volvió la espalda. Oí que decía para sí: "A veces me gustaría que a este anormal soberbio le diera un síncope y palmara y lo enterraran en una pocilga apestosa". Yo me arrepentí enseguida de lo que había hecho, acaricié suavemente su pelo, rubio y rizado, y me puse a hacerle la pelota: "qué energía, qué carácter!; eso ha sido una broma afectuosa, Alber; nadie se mosquea por algo tan tonto, perdóname". Y como sabía su situación, le dije con un tono cariñoso: "se ve a cien kilómetros que estás más enamorado que los caracoles de las bolsas, pero tienes que tomarte las cosas con más calma. O te controlas, o te da un ataque".


TEXTO 2.

      Al amanecer, Pepe y Alicia huyeron de sus casas. Dejaron detrás de sí pocas cosas, como quien espera comenzar todo de nuevo. No se arrepentían de su decisión, nadie podía detenerlos, eran libres. "Esto es vida", se decían, y en aquellos instantes de gozo hubieran afirmado sin la menor duda que un nuevo futuro iba a comenzar para ellos.
      Mientras caminaban ilusionados por los oscuros caminos del pueblo no dejaban de mirarse. Se bebían el mundo a través de sus ojos, y no cesaban de reír.
      Después de tres horas, empezaron a sentir cansancio y se pararon junto a una fuente. Pepe sacó su petaca, lió un cigarrillo y se lo ofreció a Alicia, al tiempo que preguntaba: "se está bien aquí, verdad?" Ella aceptó complacida y sacó de su mochila una manzana que entregó a su amigo.
      - Todavía nos falta mucho; guárdala‑, respondió él.
      - Qué temes, Pepe?; me parece que estás exagerando. Te inquietas por todo. Y, además, todavía quedan cuatro en la mochila.


TEXTO 3.

      El profesor Álvarez nos trajo ayer dos ásperas rocas metamórficas que había recogido en el Arroyo del Jaramugo. Nuestro profesor tenía las manos manchadas de tierra, y en sus ropas desgastadas se veían las marcas dejadas por cavar durante largas horas. Algunos estudiantes, incrédulos ante la extraña pinta del profesor, señalaron que aquellas manos y sus diez dedos arañados eran la falsificación más burda del mundo.

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