viernes, 26 de agosto de 2011

75º Aniversario de la muerte de Federico García Lorca


Federico García Lorca, hijo de un rico propietario y de una maestra, vivió una infancia rural con completa formación. Se trasladó a Madrid, donde conoció a muchas figuras del panorama artístico entre los que triunfó con su emblemático Romancero gitano. Tras vivir una temporada en Cuba y Nueva York (ciudad que da lugar a Poeta en Nueva York), vuelve a España como poeta de éxito y manifiesta sus ideas de izquierdas; este hecho lo pone en el punto de mira de los nacionales que lo asesinan nada más estallar la guerra civil.

Otras obras destacadas del autor son Poema del cante jondo, La zapatera prodigiosa, Bodas de sangre, Yerma, Doña Rosita la soltera o El lenguaje de las flores, Mariana Pineda y El público
.

Para saber más acerca de la vida y obra de Federico García Lorca, les recomiendo el siguiente enlace:
http://bib.cervantesvirtual.com/bib_autor/garcialorca/pcuartonivel.jsp?conten=presentacion
Recomendamos la lectura de La casa de Bernarda Alba.





      

      
Una representación del dolor cotidiano, familiar, formulado con una expresión bella, precisa e inquietante, que trastorna el reposo del espectador

 

Sinopsis

LA CASA DE BERNARDA ALBA fue la última obra de teatro que Lorca dejó terminada, pero no llegaría a verla representada. El poeta, además, nunca comentó nada sobre ella, por lo que se presenta como una de sus piezas más enigmáticas. Su lectura ha estado sesgada por interpretaciones de corte político que diluyen lo que en Lorca no es más que un mero marco y postergan el problema de la condición humana, esencial en el poeta. Joaquín Forradellas analiza en esta edición los fundamentos de dichas interpretaciones y defiende la proyección atemporal de LA CASA por su valor estético y subraya la intención documental y realista de la obra. Protagonizada por personas corrientes que salen del pueblo, negando la heroicidad, LA CASA DE BERNARDA ALBA representa el dolor cotidiano, familiar, hasta sus últimas consecuencias. Lorca optó por un teatro representable, con un argumento asequible y, por ello, absolutamente crítico y eficaz al enfrentar al público con su propia máscara. Y lo hizo, además, con una expresión bella y precisa, poesía puramente dramática, apoyado en palabras inquietantes que «trastornan el reposo» del espectador.


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